1.28.2012

I'm Agoraphobic and that's OK

Tenía que llegar el día en que me cansara de avergonzarme de una condición tan humana como el miedo.

Hoy públicamente (así a nadie le importe) confieso que sufro de trastorno de pánico y soy agorafóbica hace 13 años, lo sé hace 9 y desde entonces he tratado de hacerlo “secreto”.  Algo que sólo sabían las personas cercanas a mí y las que tarde o temprano terminaban dándose cuenta que había algo “raro” en mí.

Esta mañana me desperté como muchas otras mañanas en esta última década, con el corazón palpitando a millón, malestar en el estómago, sudoración, dolor y una sensación totalmente incómoda en el pecho.  Es un mal rato que para otros suena como algo sencillo, pero que para personas que padecemos esta enfermedad son un fantasma que nos persigue acabando con nuestra tranquilidad.

Aunque los síntomas desaparecieron al rato traté de seguir mi día normal pero volví a sentir que hoy NO podía salir.  Y aunque tenía que cumplir un horario en una empresa, NO pude ir. Y va más allá de la irresponsabilidad o falta de compromiso, tampoco es un capricho o pereza; es algo que nunca en la vida he podido describir con claridad.

Ser agorafóbico no es tan sencillo como la definición, no es “tener miedo a los espacios abiertos”; es tener miedo a los espacios abiertos, cerrados, con gente y solos.  Es un miedo intenso que vive en uno que le impide llevar la conocida “vida normal”.  Es una enfermedad que si bien tiene tratamiento vive ahí metida en la cabeza y aparece cualquier día a recordarme que siempre estará allí y que tal vez jamás lleve la vida que la mayoría de los que lee esto lleva.

La agorafobia es miedo a todo lo que puede hacer sentir miedo, miedo a tener esos síntomas horribles que hacen pensar que uno va a morir, miedo a estar lejos de casa, a estar en lugares llenos de gente; miedo a no saber dónde está la salida de algún lugar e incluso a alejarse de ella.

Miedo a estar fuera de la ciudad, en medio de la nada, sin acceso a un hospital que en medio de una crisis pueda atenderte.  Y con todos esos miedos nace el miedo a jamás llevar una vida profesional normal, o de pareja, incluso con amigos.

Es así como unoinvoluntariamente empieza a renunciar a las cosas que más quiere. En el 2003, no sólo empecé a evitar ir lejos de casa, no lo podía hacer sola; luego empeoró, no podía salir ni acompañada.  Ahí empecé a perder amigos, fui juzgada por personas de mi familia, tuve que cancelar mi carrera y llegó el día en que dejé de salir… Si, por completo y por un par de años!

Una época en la que me costaba entender cómo era que todas las personas que veía por la ventana estaban en la calle de una manera tan tranquila.  Cómo era que ninguno de ellos se enfermaba o pensaba antes de cerrar las puertas de sus casas.  Ellos podían ir hasta donde quisieran y yo ya ni recordaba en qué momento yo había llevado una vida así.

Ahí empezaron las excusas, siempre tenía que responder algo para justificar porque no iría a X evento, lugar o compromiso, por qué había dejado la universidad; por qué no salía, por qué todas mis fotos eran dentro de mi casa, por qué no iba  incluso a las citas médicas donde se suponía que todo esto mejoraría.

Estoy cansada de inventar excusas; - ¿acaso el mundo simplemente no puede entender que somos muchos los seres humanos que vivimos a otro ritmo, de otra manera, con otros límites?.  Y que eso no nos hace menos competentes, inteligentes o buenas personas?

Confieso que me asusta pensar en mi futuro, en que jamás podré conseguir un trabajo normal; que tal vez no voy a ejercer mi profesión, después de tanto tiempo tratando de terminar esta carrera… no entienden que también me he demorado tanto porque incluso más difícil que las materias y el estudio, ha sido ir hasta la Universidad tantas horas, prestar atención mientras lo único que a veces pasa por mi mente es irme a casa para estar tranquila.  Seguramente lo más difícil de todo el tiempo que llevo de estudiante fue decidir entrar a la Universidad, eso implicaba que desde ese día por al menos 5 años tendría que salir todos los días sin importar como me sintiera.

Y si, en la Universidad los profesores me conocen por mi ausencia,  muchos de ellos desconocen las razones, pero que aburrido es ir por la vida dando explicaciones de por qué uno no puede ser como el resto.  Acaso a los asmáticos, hipertensos, hipoglicémicos, o personas que padezcan otra enfermedad común les toca dar explicación de eso?  Por el sólo hecho de padecerla son comprendidos; pero las enfermedades mentales no se ven así, las personas las ven como debilidad o capricho, pero no pueden estar más alejados de la realidad.

Ojalá el mundo y las personas estuvieran más abiertas y en capacidad de no exigir que todos nos comportemos de la misma manera.

Tal vez me ganaré la vida siendo pastelera, pero estaré tranquila, sin presiones, sin ansiedad; no sueño viviendo una vida ajena, quiero vivir la mía de la manera más sana posible!
No quiero estar rodeada de personas que simplemente me juzgan, estos años han sido buenos para ir depuranto el círculo social... los que se quedan son los verdaderamente valiosos.

Hoy estoy triste, un tanto frustrada, hoy no salí… pero hoy no inventaré una excusa sin sentido para justificar que mi fantasma propio simplemente me pidió que hoy me quedara en casa…